LA INVITACIÓN DE LA SEÑORA ARAÑA
Un día, los animales más pequeños del bosque decidieron hacer una fiesta.
-Yo invito a mi casa a los que no vuelan- dijo la señora araña
La invitación fue aceptada sin ninguna clase de problemas.
Aprovechando sus ocho patas, la señora araña escribió con mucho cuidado las invitaciones para la fiesta. Además, limpió y arregló su casa. La señora Araña sabía que todos sus invitados eran muy puntuales, por eso cuando había pasado la hora y ningún invitado apareció, ella se puso a llorar.
-Nadie quiere venir a mi casa- se decía entre sollozos.
Entonces decidió salir para averiguar qué había pasado y encontró que sus invitados esperaban, afuera de su puerta, en una larga fila. Todos miraban con enojo un letrero que había sobre la puerta: "Antes de entrar límpiese los pies".
Todos esperaban al señor ciempiés, quien con mucha paciencia limpiaba cada uno de sus pies antes de entrar a la casa de la señora araña.
Felizmente el señor ciempiés terminó su tarea y todos los invitados pudieron entrar a la casa y participar en la fiesta, que estuvo de lo más entretenida.